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Tucumán Arde

La obra Tucumán Arde produjo una de las fracturas más importantes de este siglo en la producción artística argentina.
Planteada como proceso, representa el paso del experimentalismo institucionalizado en los años 60 -fundamentalmente a través del Instituto Torcuato Di Tella- a la vanguardia artística que se comprometió con problemáticas sociales.

Fernando Farina | Crítico de Arte
09-ago-1999

Contexto y particularidades

Contexto y particularidades
Tucumán Arde se relaciona con otras producciones realizadas durante los convulsivos años 60 en todo el mundo. El proceso incluye las críticas a las instituciones, el acercamiento de los intelectuales a los obreros, la identificación de arte y vida, el cuestionamiento a la autonomía de las artes, y el desplazamiento de atención de la obra como producto a la praxis transformadora. Surge así un arte político -distante del realismo socialista- que critica tanto el arte experimental como el considerado burgués.
En el marco de esta sintonía, cabe señalar las siguientes características asimilables a otras producciones y particularidades de la obra:


1) Contra el arte experimental

Imágenes de la muestra
Tucumán Arde se propone como superadora del proyecto del Instituto Di Tella con su línea de arte experimental y su apuesta a la novedad como estrategia. Los artistas se hacen eco del particular momento político y social que se vivía en la Argentina después del golpe militar de Onganía en el 66, y reaccionan contra la acción del Di Tella _Meca por entonces para la mayoría-, tanto por institucionalizar la "vanguardia" como por haber cambiado su política a partir de los problemas para financiar los ambiciosos proyectos encarados en diversas áreas culturales.
En el particular momento, donde internacionalmente se difundía la lucha contra el imperialismo, el Di Tella aceptó fondos de empresas multinacionales para la continuidad de sus actividades, y paralelamente delineó un acercamiento con la industria a partir de promover el diseño como alternativa a la serie de experiencias que en el área artística fue desarrollando desde su creación a principios de los años 60.
Los cuestionamientos de los artistas fueron en aumento durante el 68. Entre ellos se destacan la carta de Pablo Suárez renunciando a la invitación para participar de las Experiencias 68 del Di Tella, la decisión de los artistas participantes de la misma muestra de destruir sus obras luego de que la policía clausuró los baños presentados por Roberto Plate, y el "ataque" que se hizo a la conferencia que dio el director del Di Tella, Jorge Romero Brest, en Rosario.
La propuesta, en definitiva, fue la acción que se ligaba, en tanto vanguardia, a las realizadas en el campo político. En ese sentido se planteó la necesidad de un arte revolucionario, que se postuló como total, transformador y social.


2) Obra interdisciplinaria y colectiva

Imágenes de la muestra
Planteado como arte revolucionario, Tucumán Arde se propuso como una acción interdisciplinaria y colectiva, superadora de las producciones tradicionales. Como base, los artistas utilizaron las estrategias de los medios y una materialidad diferente para garantizar la eficacia.
A los efectos de confrontar la realidad con el discurso oficial -basado en una publicidad engañosa-, hicieron un minucioso estudio sobre la situación en Tucumán, se conectaron con instituciones afines a sus ideas y registraron lo que acontecía en el lugar.
Para poder realizar este trabajo convocaron a especialistas de distintas disciplinas -sociólogos, comunicadores, escritores, críticos, etc.- que aportaron datos sobre el tema y dieron sustento teórico -con las herramientas del momento- al proceso de la obra.
"El arte revolucionario -justificaban en uno de los manifiestos sobre la concepción de Tucumán- nace de una toma de conciencia de la realidad actual del artista como individuo dentro del contexto político y social que lo abarca. El arte revolucionario propone el hecho estético como núcleo donde se integran y unifican todos los elementos que conforman la realidad humana: económicos, sociales, políticos: como una integración de los aportes de las distintas disciplinas, eliminando la separación entre artistas, intelectuales y técnicos, y como una acción unitaria de todos ellos dirigida a modificar la totalidad de la estructura social: es decir, un arte total".
Esta propuesta interdisciplinaria complementa la oposición de los artistas al individualismo. La obra se propuso como una acción colectiva y violenta, que "destruye el mito burgués de la individualidad del artista y del creador pasivo tradicionalmente adjudicado al arte".
"Violentar _decían_ es poseer y destruir las viejas formas de un arte asentado sobre la base de la propiedad individual y el goce personal de la obra única".


3) El proceso como obra

Imágenes de la muestra
Uno de los elementos más singulares y paradigmáticos de Tucumán Arde es la valoración del proceso como obra. En ese sentido, los artistas trabajaron la problemática de los medios de comunicación y reconocieron la importancia de otras materializaciones, hasta llegar al límite de conceder un lugar preponderante a la desmaterialización.
El trabajo no se limitó a la muestra realizada en la CGT, sino que incluye una acción anterior y otra posterior relacionada con la recreación permanente.
El planteo fue construir un circuito sobreinformacional para evidenciar la solapada deformación de los hechos producidos en Tucumán a través de los medios de información y difusión. Pero paralelamente se utilizaron las estrategias de los medios para generar expectativas de un falso evento, evitar la represión y resguardar a los artistas que realizaron el trabajo de campo.
En el proceso, la idea del trabajo supera la simple materialización, lo que ubica a Tucumán Arde como un anticipo del conceptualismo que se difundió en la década del 70.
El trabajo incluyó asimismo cierta valoración de lo efímero, pero no en sentido banal del término sino en relación con la acción, que contemplaba la imposibilidad de que "el burgués se apropiara de la obra".
En este sentido, Tucumán Arde se produce con hechos políticos que están registrados en la memoria colectiva, pero no en los papeles. Se trata, en definitiva, de una presentación de las propias actitudes de los artistas y por lo tanto ese arte no quedó registrado en los libros.


4) Renuncia a la estetización
En los años 60, el objeto estético estaba en plena combustión y se transformaba en relación con la sociedad, a la par que se modificaban las expectativas de los creadores.
En Tucumán Arde, los artistas renunciaron explícitamente a las formas de arte tradicionales y utilizaron fotografías, filmes, afiches, etcétera, sin ninguna intención estética, en el sentido tradicional. La idea fue registrar a través de documentos y fuentes primarias lo que pasaba en Tucumán.
La marca de esta decisión se continuó en el tiempo a través del rechazo de la elaboración de productos susceptibles de ser absorbidos por el sistema. En última instancia, se podría acotar de acuerdo con la convicción del núcleo que llevó adelante la obra, que el artista que se postulaba como revolucionario no podía por una cuestión ética, traicionar su opción política por lo considerado meramente estético.


5)Arte político

Imágenes de la muestra
Los artistas se constituyeron en agentes activos y apuntaron a modificar el contexto. Los integrantes declararon su condición de vanguardistas, en un planteo explícito de la unidad entre vanguardias artísticas y políticas.
El planteo de arte político surgió de una primera instancia en que se intentó desmuseificar la experiencia estética y que en el proceso llevó a romper el mismo concepto de lo estético. Aceleradamente, los artistas pasaron de un arte en la calle a un arte político comprometido con la sociedad.
Salir de las galerías para llevar el arte a un parque, cosa que se hizo en un momento, era una extensión que había tenido cierta importancia, pero no es tan extrema y tan tensa como llevar la acción al campo del núcleo sindical.
El proceso del grupo que se nucleó en Tucumán Arde se inició con una reflexión sobre el lugar que tenia la experiencia estética en una sociedad convulsiva, con graves problemas de orden social.
Los artistas produjeron primero un arte de la última vanguardia que rompía con el espacio básico del museo para luego extenderse a los medios masivos.
Se pasó de un arte desmuseificado para llegar al compromiso de tipo político y de ruptura de la base massmediática. Se intentó así operar sobre los medios y al mismo tiempo realizar -eran conscientes que de alguna manera los medios imponen su propia ideología- una experiencia de arte social.
El marco de la producción, está relacionado con la identificación arte-vida característico de la época, pero el grupo llega a actuar críticamente respecto del posible distanciamiento entre la estética y la política, y abre el campo de una nueva vanguardia.
Con la utopía como motor, la intención fue contribuir a su realización. La exclusión de los circuitos y la inédita situación planteada en otros ámbitos, enfrentaron al grupo a los límites del arte como agente de transformación. Fue el paso a la acción que algunos relacionaron con la muerte del arte.


6) Alianza con los trabajadores
La actitud crítica a las instituciones y los cuestionamientos sociales llevaron a los artistas a buscar nuevas alianzas. En un paralelo evidente con el Mayo Francés, se alinearon con los trabajadores en la intención de transformar la realidad. Como símbolo de sus críticas al sistema y sello de esta alianza, realizaron su muestra en las sedes de la CGT de los Argentinos de Rosario y Buenos Aires.


7) Juego de posibilidades

Día de apertura de la muestra en salas de la CGTA. Confederación General del Trabajo de los Argentinos. 3 de noviembre de 1968. Fuente Noemí Escandell
La obra se propone como una apuesta, donde aparecen en acción la relación entre el azar y en última instancia la fortuna. En Tucumán Arde hay elementos puramente azarosos que también forman parte de la vida política.
Pero este juego no fue pensado para el deleite sino como juego de posibilidades de orden político.
Aunque el proceso no fue necesariamente consciente, se estableció una correlación entre ética, estética y compromiso. Los artistas reivindicaron ciertas formas de la ética. No en el sentido religioso o moral del término sino en lo que significa poner en acción y situación el cuerpo. Se trató de una ética en la cual de alguna manera de comprometía la corporalidad, en la línea de Kierkegaard e incluso de Nietzsche.
La personas que formaron parte del núcleo de Tucumán Arde pusieron el cuerpo y arriesgaron muchas cosas.
Los resultados de esto son conocidos, hay gente que en este juego perdió la vida.


8) Acontecimiento

Imágenes de la muestra
Si Tucumán Arde fue pensado como el comienzo de algo no se visualiza cuál fue la posteridad, pero si se piensa desde otra perspectiva, como una culminación de algo, también es difícil reconocer esta conclusión.
Tucumán Arde fue un acto. Acto quiere decir aquello que de alguna manera emerge de la temporalidad cotidiana e incluso emerge de la temporalidad histórica, pero está como suspendido de ésta y sus efectos son a posteriori y a veces a larga distancia.
Desde un punto de vista de historia lineal, la obra no tuvo ningún tipo de proyección inmediata y la durísima represión militar argentina a partir de mediados de los 70 intentó incluso borrarla de la historia; pero los acontecimientos -como es este caso- siempre tienen algún tipo de repercusión.
No se trata de rastrear las pequeñas cosas y decir por qué tales personas después hicieron esto o lo otro, sino de ver las relaciones subterráneas con las experiencias que llamamos artísticas. Hay numerosos rastros de esta operación y no influencia directa. RosariARTE Contenidos. Fin de la nota.


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