Fueron sólo tres días, durante los cuales se desarrolló el
III Congreso Internacional de la Lengua Española
y Rosario se lució como nunca antes lo había hecho.
Personajes ilustres de la literatura se hicieron presentes en la ciudad
exponiendo fuertes polémicas y célebres frases. El cierre del evento contó
con un emotivo homenaje a Ernesto Sábato, quien no sólo se llevó el
reconocimiento de la Real Academia Española, sino también el cariño de un
público rosarino que ovacionó al escritor. Asimismo, se organizaron,
entorno al III Congreso de la Lengua Española, espectáculos de música
popular en diferentes puntos de la ciudad, que desbordaron las expectativas
de sus organizadores ante la masiva convocatoria de la gente que se acercó
a participar de los shows en vivo.
Rosario se vistió con su mejor ropaje para mostrarle al mundo entero el
bello escenario sobre el que se levantaba el III Congreso de la Lengua
Española: la ciudad cambió sus calles, iluminó importantes edificios,
teatros, instituciones, se instalaron dos ostentosos shopings, los medios
de comunicación cambiaron su programación habitual para transmitir el
acontecimiento que generó grandes expectativas, sobre todo por la
incertidumbre de aquellas personas que aún iniciado el Congreso no sabían
de qué se trataba. Mas los que habitamos el suelo rosarino, los que
recorremos, días tras día sus calles, avenidas, barrios, y demás lugares
recónditos, sabemos que Rosario no es sólo aquella postal que circuló en
todo el mundo. Rosario también es villa, miseria, hambre, pobreza, es
cumbia villera, rock nacional, tango, Pichincha, parques, paseos, pobreza,
indios, lenguaS. Pareciera avergonzarnos la idea de mostrar las tantas
caras de la ciudad y sus rincones, y dejamos lo marginado detrás del telón.
Quisiera saber si alguien le consultó a aquella abuela - que con dificultad
atraviesa la peatonal o las calles rotas de la ciudad esquivando con
dificultad los posos para no romperse la cadera- si prefería que arreglen
el Teatro El Círculo o las veredas por las que transita. Qué opinará el
maestro, que hace años, reclama que arreglen la Escuelita del barrio que se
mantiene en pie por colectas, cuando se remodelaron edificios céntricos con
luces de colores.
Los fuegos de artificio dieron un espectáculo "sin igual", quisiera saber
también cuántos niños hubieran comido con el presupuesto que se gastó para
ver el cielo con matices de colores...
Lo cierto es que Rosario vivió una "fiesta", "un verdadero" acontecimiento.
Apenas unos días han transcurrido de este evento, y me pregunto, asimismo,
si las disertaciones de célebres figuras de la literatura, tales como el
premio Nobel de Literatura, José Saramago , el escritor Carlos Fuentes y el
humorista Roberto Fontanarrosa, lograron dejar huellas o ecos en el
público que siguió paso a paso el evento, o por lo menos de aquellos que se
asomaban de vez en cuando para saber de qué se trataba.