Macro: lo bueno, lo malo y lo mejor. María Spinelli | |
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Lo bueno: Sin descartar el enorme lugar ocupado por el director del
Museo, la Fundación Antorchas y la Secretaría de Cultura en la ampliación
del Castagnino-MACRo, en mi opinión, lo mejor de este emprendimiento han
sido los artistas y la Fundación del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino.
Si un museo es esencialmente su colección y el uso que hace de ella,
entonces hay que reconocer que sin el aporte de los artistas, no habría
MACRO.
Por otra parte, sin el apoyo de la Fundación -que acompañó las decisiones
sin rivalizar por el gobierno- todo lo otro seguramente hubiese sido mucho
más difícil.
Lo malo: El anexo, separado del edificio principal por 1.5
kilómetros, podría representar un reto con muchas complicaciones. Lograr
una agenda coherente; compartir parte del personal; repartir entre dos
inmuebles autónomos una misma partida presupuestaria; que la Fundación deba
trabajar doblemente para apoyar la gestión, son algunas de las cosas que me
inquietan.
Lo mejor: Es lo que queda por hacer. Habrá que pensar para el anexo
una adecuada política de colecciones y nuevas estrategias expositivas,
ambas en consonancia con las de un museo de arte contemporáneo. Aunque
parte de la colección es demasiado grande para las salas (no sólo en número
sino también en dimensiones), se espera poder ampliar el museo. De seguro
el Anexo seguirá creciendo e incluso quizás tanto que su divorcio del
Castagnino resulte inevitable.
María Spinelli
(crítica de arte y curadora independiente)