Desde ya que festejo con alegría la inauguración de este museo, pero, sin
embargo me gustaría puntualizar un par de cosas. Primero, acerca del museo
en sí, como espacio físico. Este museo-torre que se acaba de inaugurar
debería ser algo así como la punta del iceberg o la cereza de la torta
(tengo más clichés, si quieren). El espacio es lindo, la vista del río y
las islas es fascinante, todo bien, pero ¡es muy chico!
Ni un 10 % de la colección puede exhibirse en él, además de que hay obras
que ni siquiera entran. Ni hablar si en algún momento se quieren hacer
muestras temporales (cosa imprescindible para un museo contemporáneo). Por
otro lado el tema de las pequeñas salas superpuestas es bastante fuerte: es
más el tiempo que toma pasar de una sala a otra que el que lleva contemplar
las obras que están expuestas actualmente.
Me parece muy bueno lo hecho hasta ahora, pero el museo no está terminado,
recién comienza. Necesita más espacio, más depósitos, más presupuesto y ser
una institución independiente del Museo Castagnino.
Paso al segundo punto: la colección. Hubiese sido bastante más interesante
que esta se formara mediante obras elegidas cuidadosamente con alguna clase
de criterio, estético, museográfico o histórico, en lugar de provenir de
donaciones regidas por el azar, la buena voluntad de los artistas y su
mejor o peor criterio o disponibilidad de obras.
Después tendría algunas críticas para hacer, pero las guardo para otra
ocasión porque creo que no es momento para críticas, por ahora es momento
para festejos.
Daniel García
(
Artista plástico)