Vivió en el Siglo XVII y así la han descripto en "Le Mercure Galante", en el año 1677: "Es un prodigio que canta a libro abierto la música más difícil. Compone piezas y las toca en todos los tonos que se propone. Si estuviéramos en la época en que se creía en los gnomos o en las sílfides podríamos pensar que de ese mundo viene su producción".
Semejante elogio está referido a
Elizabeth Jacquet de la Guerre (Francia, ca. 1661). Fue hija de un profesor de órgano que le enseñó a tocar el clave (el antecesor del piano) desde niña, desde muy temprana edad.
Elizabeth se casó con un músico, que fue organista de la Sainte Chapelle. Con él, tuvo un hijo, que demostró signos de una sorprendente precocidad musical, pero el niño murió. Otra gran pérdida para ella fue el fallecimiento de su marido, que ocurrió en el año 1704. A partir de entonces se refugió en la música, y centró todas sus energías en este Arte. Retomó su carrera como intérprete y se hizo famosa por sus recitales de clavecín, y dio muchos y variados recitales hasta el día de su muerte.
Como compositora, trabajó con ahínco: escribió cantatas, compuso una ópera breve que se llamó "Jeux a l´honeur et la victorie", escribió una tragedia lírica que se llamó "Cephale et Procris", y una cantidad considerable de sonatas de cámara para clave y para piano, temas vocales, obras del género sacro, ballets y una ópera. Murió en el año 1729, a los 68 años de edad. Como homenaje, se acuñó una medalla en su honor.
Y aunque desgraciadamente todas las piezas que escribió antes del año 1691 se han perdido, aún le queda el mérito de ser la primera y única mujer que publicó piezas para clave en el siglo XVII y XVIII, y la primera en presentar una obra en "L'Opera" y en el "Theatre de la Foire", en Francia.
Toda una maravilla, sin duda alguna, ¿no?