J. M. Olmo es un pintor que posee una orientación intimista, tanto
en el tratamiento de la materia, como también en los materiales que emplea.
Configura, casi sin darnos cuenta, un poderoso mundo personal, basado en la
fuerza pragmática de la estructura, que exhibe de manera insinuante, en
ocasiones prácticamente imperceptible, pero siempre está ahí. Se trata de
evidenciar que la materia, en este caso el soporte de su obra pictórica, es
real, existe, posee autonomía propia, es producto del azar y también de la
intervención del artista.
Transforma la fuerza que surge a partir de la materia, que es esencia de la
energía, dado que es el producto de su génesis.
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Tabla LIV. J. M. Olmo. Técnica mixta |
Delimita espacios, conforma diferentes planos, unas veces son las propias
irregularidades del soporte y, en otras ocasiones, es el color. Mejor dicho
la manera de disponerlo y de nutrir todos y cada uno de los recovecos que
forman parte de su pintura. De ahí que exista también una impresión de
movimiento, de obra dotada de energía, que se sale de los poros del
soporte, que continua el legado ancestral.
La madera, las tablas que le sirven de soporte, cobran protagonismo por si
mismas, porque, en líneas generales, forman parte de una misma estructura
que no es desligable del resultado plástico final, sin cuyo concurso nada
sería igual.
No están por azar, dado que el autor precisa abrazar la materia en su
estadio más primigenio, para dominarla, modelarla a su antojo,
preservándola a nivel estructural, pero transformándola completamente en el
ámbito cromático.
Gracias al empleo de las maderas la obra de paisaje interior que se deduce
de su apuesta toma las riendas hacia la senda de lo reflexivo.
En ocasiones, da la impresión de que son temáticas muy próximas a nosotros,
están muy cerca, como si las hubiésemos visto alguna vez. Y ello es así
porque se trata de auténticos paisajes, pero, sin embargo, forman parte del
bagaje de la abstracción, porque no se acaban de materializar. Nos movemos
en el terreno de lo posible, dentro de una actitud de reflexión del autor,
que, descansa, en su manera de acometer la composición. Controla su
expresividad, porque quiere y, de hecho consigue, una especial manera de
intuir la propia capacidad interior de afrontar la realidad física, las
circunstancias que nos rodean, que son vida en sí mismo.
En su obra establece un recorrido a través de las formas de los materiales,
de la posición de sus irregularidades, de los recovecos, constatando la
evidente voluntad existente de ser.
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Tabla IV. J. M. Olmo. Técnica mixta |
Mar poético, acantilados sensacionales, interior de grutas, magmas,
estructuras de la geología, tierras de diferentes texturas, ¿producto de la
imaginación, simple casualidad, factor añadido o bien el resultado de sus
anhelos, de su constante búsqueda alrededor de sí mismo, de su esencia? En
ocasiones, parece querer atraparla en la singularidad de lo evidente, en la
fuerza de lo emblemático, en la capacidad de ser entidad natural, al
servicio y alcance de las mentes sensibles, de todas las mentes, pero están
obstruidas por las eternas nubes de lluvia.
Transmite un sentimiento de recogimiento, pero, a la vez, de fuerza, de
sensibilidad enraizada en la propia dinámica de la vida. Se trata de la
obra de un artista que se nutre de la voluntad de abstraerse de una
realidad que no acepta del todo, pero que en la que se encuentra cómodo si
no escarba en demasía.
Capta el silencio de la reflexión con todos sus matices, porque configura
múltiples caminos que, en ocasiones, convergen y, en otras, no. Existe pues
una dinámica viva, evidente, que se aleja de las especulaciones estéticas
vacías, de los gestos directos, para adentrarse en la determinación de los
planos, el estudio de los cromatismos, con el debido respeto a la materia.