Estrechamente relacionados con el culto al Tótem, los pueblos totémicos
tienen una música de carácter exclusivamente religioso, ritual y mágico.
Según el Totemismo, "
todo el mundo visible ha sido creado por Dioses-Tótems"
(el Dios-Piedra, el Dios-Viento, el Dios-Pájaro, etc.) quienes después de
la Creación, se han de transformar en el Tótem que cada uno de ellos
representa. Al hombre se le ha encomendado la misión de mantener "vivo" al
Tótem, y ésto se logra identificándose con él mediante ritos particulares"
Entre el Tótem y el Hombre (o grupo de hombres, o tribu, o comunidad) se
establece una relación sumamente mística que llega hasta convertirse en
una increíble identificación: si el Dios-Tótem ha penetrado en una
serpiente, el Hombre debe comportarse como serpiente, y lo mismo ocurrirá
si se trata de un árbol, de un pájaro, o de cualquier otro ser vivo o
especie mineral.
Sin duda el sonido - además de ser principalmente el medio de imitación por
excelencia - será además uno de los principales recursos para relacionarse
con el Tótem y lograr así la total identificación con él: si el hombre
primitivo tiene que imitar al león, además de comportarse de acuerdo con
las costumbres de la fiera y de esforzarse por conseguir su mismo paso,
deberá también imitarlo en su rugido, de un modo tan real que pueda sembrar
la confusión , y para ello utilizará como medio sonoro su voz. Este
concepto irá evolucionando en él, y paulatinamente tenderá a complicar cada
vez más el rito de la imitación, partiendo desde lo melódico y hasta llegar
a incluir el aspecto rítmico. Entonces, el hecho de sentir la necesidad de
una base rítmica e incluso instrumental, lo conducirá a la creación de todo
un repertorio de ceremonias, danzas y cantos que, a medida que se van
enriqueciendo con nuevos elementos, se irán organizando en esquemas y
fórmulas fijas, cada una de ellas presentando coreografías específicas y
una fuerza musical de sonoridades increíbles.