La primera guerra mundial había estallado en Europa y Dadá detonó como una bomba en el campo del arte. "
Dadá no significa nada" y esa es la primera provocación. Dadá es una actitud de rotura anarquista profunda.
Si Picasso quebró la imagen, Dadá desintegró la norma: liberó al arte del arte y de sus prejuicios institucionales. Intentó desesperadamente despertar la conciencia, jugó una partida inteligente y asestó un jaque mate brillante. Mientras el Titanic se hundió por error, Dadá deliberadamente buscó la destrucción.
Enfrentó al espectador al vacío, arrojándolo a nada menos que a la incertidumbre del arte contemporáneo.
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Tapa del catálogo de la muestra sobre Dadá, en el MALBA, en marzo-mayo 2004. |
En esta exposición están presentes todas las piezas claves para descifrar a la vanguardia histórica más polémica e
incomprendida del siglo XX. Manifiestos, dibujos, pinturas, collages, fotos, películas, grabados, objetos,
son los 220 engranajes de esta máquina perfecta. Eran posesión de un coleccionista que desde los años cincuenta vivió
aventuras junto a los protagonistas: el poeta, librero y galerista milanés Arturo Schwartz
(1924, un egipcio judío que se dedicó a reunir un conjunto de documentos por demás de sutiles y sofisticados) quien,
junto a su esposa Vera, donaron todas sus obras y su archivo al Museo de Arte Moderno de Roma y al Museo de Israel de Jerusalén
(de donde proviene esta selección , ya exhibida en Israel, California y Toronto).
Con la guerra, Duchamp, Man Ray y Picabia fueron a NY y viajaban a París. Mientras Tzara, Arp, Huelsenbeck, Janco, etc, celebraban sus escandalosos encuentros en Zurich en el mítico café Voltaire.
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La rueda de bicicleta" es una reconstrucción emblemática de Duchamp (la original de 1913 se destruyó, esta es de 1964). Duchamp y Man Ray inutilizaban la función de los objetos cotidianos,
los intervenían y los volvían extraños. La subversión de la poesía era ese misterio encarnado en un objeto incierto:
La plancha de hierro con clavos, una rueda fijada a un banquito, un ovillo atrapado, la ventana con cuero negro,
sin dudas son objetos tramposos, malintencionados. De repente eran una emboscada, un cachetazo al sentido común del espectador.
Otra operación recurrente es la de la sola firma. Tomar un urinario, ponerle un título y presentarlo a un salón como "
fuente"
(1917). El artista crea obra con sólo nombrarla. Es Duchamp quien en 1915 acuñó el concepto de "ready made", quien encontraba en una ferretería a la obra "ya hecha":
firmaba un perchero, una pala, un portabotellas (como el que compró en Buenos Aires).
Así atacaba perversamente a la divinidad "del artista de muñeca", al fetichismo de la obra noble.
El artista es aquel capaz de convertir en oro, es el que desata la idea de arte en las cosas. Dadá se disolvió en 1922.
El movimiento surrealista se conformó pocos años después. Definido por Bretón (el poeta alquimista)
como "el encuentro fortuito de un paragüas y una máquina de coser sobre una mesa de disección" (Lautreamont dixit).
Los vanguardistas se lanzaron a la exploración poética del inconsciente, gestaron imágenes inéditas con condensaciones
fabulosas, "perdiéndose" tras los pasos de Freud en del continente oscuro y fascinante del deseo y de lo no racional.
Los "
cadáveres exquisitos" eran juegos surrealistas de creación colectiva, textos o dibujos grupales donde afloraba
el azar y el humor. Afortunadamente hay muchas de estas obras. También hay un sector de antecedetes: del medioevo, renacimiento, barroco, romanticismo y simbolismo: Blake, Goya, Arcimboldo,
las fotos de niñas de Lewis Caroll, Odilón Redón.
Duchamp estuvo unos meses jugando al ajedrez en Buenos Aires, allá por el 1918-1919 tenía planeado "cubificar Buenos Aires",
(concretamente pensaba traer un container de cuadros cubistas desde París y hacerse millonario),
dado que aquí recién se conoció el cubismo en 1924 cuando regresó Petorutti, pero sólo jugó al ajedrez y no tomó
contacto con el medio local.
Son obras hechas con una hoja de revista, una tijerita, plasticola y marcadores.
Bretón hizo una maqueta con una caja de cartón donde perforó puertas. Dibujos de Max Ernst
sobre papel madera con marcadores negros, los relieves de Arp. Las Anotaciones de Duchamp en tinta,
la foto de los tres cigarrillos despellejados de papel. La boca flotante y roja de Man Ray, su máquina de coser envuelta
en arpillera, el metrónomo con el ojo potente, sus mejores fotos.
Lo que queda claro es que el mundo luego pasó a ser otro, y lo que se ve en las sala es que los poetas y los artistas son
muy difíciles de distinguir entre sí.
El
Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) por tres meses será una catedral Dadá y Surrealista: sin exagerar está todo Duchamp,
casi todo Man Ray, mucho de Bretón, Ernst, Eluard, Tzara, Tanguy, Grosz, Magritte, Dalí, Moholy-Nagy, etc.
Un elenco de lujo para Bs As y para el mundo, de una contemporaneidad y frescura espeluznantes.
Cabe una duda: ¿qué ha hecho "el arte contemporáneo" en los últimos ochenta años mesmamente?