Una selección exquisita de obras del artista ítalo-argentino, pertenecientes a la Fundación Fontana de Milán, y no expuestas hasta ahora (
NR: año 2000) en nuestro país.
Conmemorando el centenario del nacimiento de
Lucio Fontana, se presenta en la Fundación Proa de Buenos Aires
una importante exhibición de la obra del artista, compuesta por veinticuatro pinturas, una escultura y una instalación,
todas pertenecientes a la Fondazione Fontana Milán y nunca vistas en nuestro país.
Se trata de la etapa más difundida internacionalmente de la obra de Fontana.
La exposición fue curada por Enrique Crispolti, quien presenta a las obras cronológicamente.
Abarca la producción italiana del artista, desde 1951 hasta su muerte en 1968.
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Vista de la muestra de Fontana, en PROA, Buenos Aires. |
Casi todas llevan el mismo título: "
Concepto espacial", ya que se trata de los diferentes modos en que el artista
profundiza el mismo problema. En la exposición están presentes obras de todas las etapas de Fontana,
desde los primeros "
agujeros" (puntos de luz y vacío generados por perforaciones en el soporte) y
las "
piedras" (inclusiones de pedazos de vidrios y lentejuelas como puntos materiales),
hasta las series de los "
barrocos"; las "
tizas" y los "
óleos"
(complejos en textura matérica, pigmentos y densidad sombría).
También, por supuesto, las más livianas "
tintas" (anilinas que tiñen la tela con colores tenues y transparentes,
intervenidas por trazos y agujeros), y las líricas constelaciones de agujeros sobre soportes de color uniforme.
De las series de los "
tajos" sobre tela y sobre "metales", se destaca un tríptico de monumentales
dimensiones que con-siste en un soporte de cobre reflejante lacerado con motosierra verticalmente,
realizado en Nueva York en 1962.
En el primer piso de la Fundación Proa hay, además, uno de los "
quanta" (1960), obra integrada por un
conjunto de nueve bastidores rojos autónomos, de geometría irregular que se despliegan sobre el muro, todos señalados
con tajos (firmados con tajos) y presentados a modo de gran rompecabezas de piezas que no coinciden entre sí,
como fragmentos de lo mismo que se atraen y repelen, en un claro modelo de obra conceptual abierta y transformable.
De "
Los teatritos" (1964-66) se exponen dos, que se constituyen como hipótesis de figuraciones espaciales a manera
de "bambalinas" o pequeños escenarios realizados a partir de cajas o marcos de madera laqueada.
De "
Las nuevas esculturas"; de 1967, se presenta una, de aspecto misilístico, hecha con dos planos ovales de madera
laqueada, cubiertos con pintura para automóviles y atravesados por tajos verticales realizados de manera mecánica.
Son formas espaciales aerodinámicas, presentadas como hipótesis del nuevo arte mecánico.
Finalmente cierra -o abre- el recorrido "
El último ambiente espacial", una instalación proyectada por el artista
antes de su muerte y presentada en la
Documenta 4 de Kassel de 1968, en la que el tajo, ya partiendo directamente
al muro, fisura el núcleo de un laberinto. Resulta curioso cómo el tajo negro de oscuridad,
es lo único sólido en ese ambiente absolutamente blanco, luminoso y etéreo.
Esta exposición, que puede ser vista como el cuerpo del prólogo que fue Profeta del espacio, que se vio primeramente
en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires y luego, bastante mutilada, en el Centro Cultural Bernadino Rivadavia de Rosario
(a mediados de 2000), permite ver, en toda su dimensión, el sutil tono seductor y siniestro de la obra de Fontana, en la que la materia
se torna inquietante y turbia, extrañamente desnuda. No hay aquí mimesis naturalista, ni idealización:
sólo acción. Agujeros, tajos, vidrios, huellas del artista en la materia que se tornan monumentales y singulares en el
gesto eterno del arte y que hacen que el espectador quede en suspenso, en un tiempo y espacio infinitos.
Brutales, casi mínimas y absolutamente austeras -en cuanto a materialidad y grado de iconicidad de la imagen-,
el artista traduce un ánimo de amor al exceso barroco.