Su aproximación a la abstracción se lleva a cabo a partir de
planteamientos en los que el espacio tiene una especial consideración,
dado que concibe su creación a partir de parámetros determinantes en este
sentido. El límite, los límites, los conceptos infinitos y finitos, la
recreación de los márgenes, a partir de los cuáles investiga y profundiza
en nuevos planteamientos son factores determinantes que van más allá de lo
puramente discursivo. Su obra es abstracta, gestual, con carácter, pero
expresiva y de gran determinación.
A la vez que profundiza en la dinámica sutil de la vivencialidad, indaga en
los prolegómenos de lo plástico, entendiéndolo como energía, gesto que se
incluye en sí mismo, en su propia búsqueda de los límites para poder
expresarse con la libertad que le confiere la serena amplitud de mirada. No
hay evidencia, no existe la fuerza de lo sutil, sino lo complementario en
lo determinante.
Lo fácil es la abstracción, llegar a la abstracción, lo difícil es ver en
lo complementario, en la teoría que lo ha conducido como el proceso
complejo laberíntico que ha sabido superar los obstáculos de la sistemática
del sistema.
Ha debido de ir avanzando por los vericuetos de lo no icónico, superando
reflexiones más concretas, para evolucionar, indagando en el color,
emplazando los pigmentos en la tela de una manera libre, sin ataduras, en
grandes superficies, porque el espacio define el gesto y no al revés en su
caso. Un gesto, que posee algo de construcción, de formas geométricas que
solo se insinúan brevemente, como si fueran apuntes sutiles, leves
sugerencias que se desplazan a partir de los prolegómenos, de lo efímero en
lo sugerente, de lo sutil en la determinación de los alcances.
Hay verdad en los prolegómenos de su discurso, que se basa en el contraste
para alcanzar la expresividad, lo contrario, la unión de lo diverso, para,
a partir, de una pretendida asimetría, lograr conseguir una armonía
estética, de carácter plástico, pero, a la vez, introducida en lo
vivencial.
Es un buscador expresivo, dado que se plantea el contraste, la diferencia,
buscando la dialéctica cromática y formal, aunque procurando una
determinante plasticidad en el aspecto de entender la abstracción no como
ausencia de realidad sino dentro de un discurso en el que la realidad se
transforma en abstracción. Es decir que no tiene intención de establecer
paisajes abstractos, sino recrearse en la fortaleza del cambio del gesto,
entendiéndolo como tal, buceando en las posibilidades del color,
pretendiendo ser coherente con sus propias alineaciones.
No hay voluntad de transformación por sí misma, sino que el propio gesto
determina los pasos siguientes, que nos conducen a la expresividad, nueva
actitud que se nutre de la discursividad, de lo teórico intelectualizado,
para desgranar fuerzas cromáticas de choque, que no son espontáneas aunque
lo parezcan, dado que todo está perfectamente calculado. Pero es un calculo
natural, casi instantáneo, predominantemente visceral, aunque mental y, por
consiguiente, tiene una gran parte de síntesis y de contención en sí mismo.
No hay un sentimiento explosivo de vaciarse de contenido, de volcar al
lienzo sus miedos y fantasmas, sino de plantear dudas, ideas, sensaciones,
teorías y elaborar un docudrama en el que todos los elementos tienen su
papel perfectamente aprendido.