El 20 de junio de 2006, el escultor Luis Montull ha inaugurado su
Monumento al Cambullonero, personaje de Canarias de la posguerra. Tiene cinco metros de
altura y está en consonancia con sus obras escultóricas monumentales
basadas en personajes de líneas puras, sin atisbos de abarrocamiento,
buscando la máxima expresión, con el mínimo de detalles, dentro de un
planteamiento austero.
Sus volúmenes son nítidos, dado que trabaja la piedra puliendo al máximo
textura y ángulos, buscando líneas armónicas, suaves, onduladas, combinadas
con rectas, mostrando una perspectiva que enaltece la belleza de lo
representado.
Indaga en los prolegómenos de la forma, de la piedra pulida, para buscar la
pureza de su desarrollo, palpando con eficacia sus posibilidades
expresivas, estableciendo una filosofía de la nitidez, de la síntesis de lo
formal, alejándose de lo barroco, en el aspecto de conseguir vehicular la
idea en su estadio más inmaculado.
Alma, pureza, definición de la serenidad de la escultura, de la suavidad de
las superficies pulidas, todo ello preparado para elevar sus personajes al
cielo, siendo viento, aire puro, brizna que nos llega con el soplo de los
ángeles, porque las alegorías son homenajes del más allá hacia el más acá.
El Cambullonero, personaje de personajes, seres humanos canarios, que
desarrollaron sus vivencias con un punto de protagonismo en la posguerra.
Años difíciles, complejos, en los que la existencia era una aventura
cotidiana, surgida de las circunstancias, a menudo, duras y expeditivas. Es
el símbolo de las gentes que formaron parte de la propia idiosincrasia del
acontecer diario. Eran momentos de privaciones y sentimiento de contención,
al unísono con el avance implacable de la evolución, que no conoce retos.
Luis Montull, de ascendencia catalana, canario, universal, es un gran
artista de la escultura, figurativo, realista, pero dentro del realismo la
expresividad y la fuerza del símbolo.
Formado académicamente en Canarias, Barcelona y París, retorna a las Islas
Afortunadas, en las que desarrolla su producción más significativa. Su obra
posee la impronta de su sello personal basado en la monumentalidad, en los
volúmenes de grandes proporciones, pero, sin embargo, absolutamente
precisos, armónicos, en el sentido de aproximarse a la magnificencia de la
materia, entendida como parte del discurso intrínseco de la energía, fuente
de transformación, pero, también, eje que mueve el mundo, buscando
recomponer los momentos de declive, alterando los ejes del desequilibrio.
De ahí que su obra sea muy equilibrada, de aspecto clásico, de volumen
sereno, con un cuidado exquisito en el tratamiento de los materiales, en el
que se denota una voluntad de hierro en vehicular los mejores desarrollos.
El Monumento al Cambullonero es una nueva aportación del creador canario
dentro de su línea formal, de estética avanzada, con un cuidado especial en
el purismo armónico que obtiene un equilibrio que va más allá de lo
sugerente, porque asciende al terreno del sentimiento que posee conexiones
con la conciencia.