Félix Navarro investiga las posibilidades de la materia, incidiendo en su
trascendencia, en el sentido de apoyar la verdadera fuerza que la integra.
Enaltece la materia, considerándola como estructura, esencia de la base, a
partir de la que desarrolla todos sus conceptos.
Su obra está arraigada, tiene raíz, se incardina mediante la posibilidad de
la esencia de transmutación de la misma. De ahí que emplee materia, papeles
y cartón como fundamento para sus fondos pictóricos, mezclados con el
color, generalmente monocromos, con presencia de degradados, intensos
difuminados, que son como energías vibrantes, que se amplifican conforme se
van extendiendo a través de la materia.
El color es fundamental porque contribuye a potenciar la intensidad
matérica, buscando, buceando en el fondo, expandiéndose en la evidencia de
lo concreto hilvanando esencias diversas, que apoyan sus temáticas.
Nos muestra el color como catalizador del estado de ánimo, que intensifica
la importancia de la materia, que es estructurada conforme a los diferentes
elementos icónicos que se convierten en referencias. Elementos que son
descriptivos, que profundizan en sí mismos, en el sentido de exhibirlos
para ir más allá de su significado tradicional. Es decir que una ventana,
no es simplemente una ventana, sino una abertura hacia otra dimensión, un
estado de animo que entra a formar parte del enigma de la soledad.
Es un creador austero, que parte de la raíz para ir ascendiendo hacia
estadios más volátiles, sensibles y efímeros, sugerentes y sutiles,
sumergidos en la idea de la transformación constante.
Los elementos son partes de un paisaje que no renuncia a serlo, pero
también dicho paisaje evoluciona hacia una evidencia de su propia
trascendencia.
El espacio del paisaje, es primero espacio en abstracto, con sus
correspondientes límites, que navegan por la dinámica calculada de su
extensión. No son infinitos, siempre hay una voluntad generadora de
estructuras, que domina de manera coherente, que se adscribe a su propia
evidencia como tales.
Son paisajes inventados, abstractos, con presencia de elementos concretos,
que son ideas, que navegan hacia estadios avanzados de la conciencia.
Dichos paisajes se convierten en espacio, sin tiempo, al modo clásico,
pero, también, con el punto de mira concentrado en el concepto que los
define.
No representa una evidencia concreta de una sola existencia, sino que su
pintura matérica posee licencia poética, la cual desgrana facultades,
simbiosis de elementos e ideas, conceptos y contundentes ejemplificaciones.
En su pintura lo austero es directo, de tal manera que se superpone a
cualquier punto de vista que tenga con anterioridad. Y es fundamental en
este contexto, la capacidad que posee la propia densidad matérica para
trascender por si sola.