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El arte de la dirección orquestal

¿Quién no soñó alguna vez con pararse frente a una orquesta, vestido de frac, ante un centenar de personas en la audiencia y bajar ese "palito" largo y finito llamado batuta, para inmediatamente sentir con felicidad la obediencia de decenas de instrumentistas...?

Marisol Gentile | Directora y Compositora
10-abr-2009

Seamos sinceros: ¿quién no soñó alguna vez con pararse frente a una orquesta, vestido de frac y ante un centenar de personas en la audiencia, y bajar ese "palito" largo y finito llamado batuta, para inmediatamente sentir con felicidad la obediencia de decenas de instrumentistas que -cual esclavos fieles- acatarán todas las órdenes que se les imparta? Pareciera que esa batuta fuera una varita mágica que hace y deshace, que produce sonidos y crea silencios, que genera climas tensos y diáfanos, que otorga poderes inauditos a quien la utilice, bajo su influjo mágico...

Dirección, en el sentido general, significa la conducción de un número de intérpretes en un esfuerzo musical unificado, a través de expresiones faciales y de determinados gestos manuales y corporales pre-establecidos. Para el común de la gente, la manifestación más elementaria de esta definición es el batir de los brazos del Director propiamente dicho: con este simple gesto se reconoce fácilmente el arte de la dirección, y aunque a simple vista pareciera que estos movimientos fueran la cosa más sencilla del mundo, detrás de cada minúsculo accionar hay muchas horas de estudio, mucha y amplia cultura musical.
La Dirección como especialidad abarca varias instancias: una, avocada a la técnica de dirección propiamente dicha, que está ligada a la géstica tradicional que uno está acostumbrado a ver. Otra, ligada estrictamente a la parte musical: conocimiento de armonía, composición, instrumentación y estilos; comprender la música, entenderla, para así poder transmitirla. El director es un intérprete, y tiene a su cargo transmitir lo que el compositor escribió. Claro que primero deberá él mismo descifrar la idea del autor para luego poder trasmitirla a los músicos que conduce, y entonces, finalmente, será posible dar a conocer dicha obra a la audiencia, a través de este gran instrumento que eligió como medio de interpretación: la orquesta sinfónica. Y aquí llegamos a otra instancia importante -sino la más importante-, aquélla que se encuentra ligada a la cuestión "psicológica" y de manejo de grupo propiamente dicho: el Director debe ser un Líder, debe poder conducir a todos sus miembros no sólo musicalmente sino humanamente, y lamentablemente, ésto no se aprende en ninguna escuela, sino que se logra sólo a través de la práctica y del ensayo-error, aprendiendo de los éxitos y de los fracasos que las mismas experiencias le dejan. Es sabido que si una persona desea dedicarse a la música y estudiar oboe, por ejemplo, pues bien, lo primero que deberá hacer es adquirir un oboe para poder practicar en él. Pero aquél que desee estudiar Dirección de Orquesta, ¿cómo hace para comprarse una orquesta para poder así practicar a diario en ella?

Una pregunta frecuente está vinculada al hecho de saber qué hace el Director con sus dos manos. Usualmente, con la mano derecha indica el compás, el tempo (si es lento o rápido) y la entrada de los instrumentos y/o voces, entre otras cosas. Con la mano izquierda indica las dinámicas, esto es, si los sonidos son fuertes o suaves, crecientes o decrecientes, acentuados o no, etc etc.
Esta práctica gestual obedece a una convención que a veces se cumple y a veces no, ya que cada director puede asumir su propia géstica con su orquesta y entablar con ellos un lenguaje gestual que podrá diferir de esta convención. Generalmente, los músicos de orquesta son maleables a los cambios de gestos, ya que deben habitualmente adaptarse a la marcación de los directores invitados, que a veces es clara y coincide con esta norma convencional, y otras veces no.
En cuanto a la batuta, no todos los directores la usan. Algunos no son partidarios del uso de ésta porque sostienen que es un accesorio rígido, y sin ella la mano seguramente puede adoptar nuevas y variadas posiciones, con lo cual, la paleta gestual de enriquece mucho más. La dirección sin batuta se aplica sobre todo en el campo de la Dirección Coral, y sobre este tema hay varias hipótesis, desde aquella que sostiene que el director de coro está ubicado en mayor cercanía hacia los coreutas -mientras que en la orquesta no y por tal, la batuta los acercará-, hasta aquella otra que pone su atención en el carácter habitualmente amateur de las agrupaciones corales, que dependen mucho más del director y de su géstica, y el hecho de no portar batuta permitirá entonces a éste extender los dedos (o no), posicionar su palma para arriba (o para abajo) cerrar y/o abrir la mano, y tantos otros recursos más que serán sin duda de suma utilidad para el corista y que le graficarán seguramente cuestiones inherentes al texto y a la articulación, mientras que con la batuta, todo esta ayuda gestual sería imposible de realizar.
Contrariamente, para dirigir una orquesta conviene ser más académico y no perder de vista la marcación tradicional.
Claro que también están aquellos directores de orquesta que dirigen algunas obras sin batuta y otras con, dependiendo de la blandura o expresión de la pieza en cuestión. Y por supuesto, la diferencia se notará claramente.
De hecho, cada mínimo movimiento gestual del director tendrá alguna implicancia musical, favorable o no. El brusco accionar del brazo dará como resultante un sonido orquestal duro, rígido, así como un delicado cerrar de los dedos se traducirá en una suerte de mágica y paulatina desaparición del sonido... y viceversa.

Y ahora una breve historia de la Dirección: De todos los parámetros de la música (ritmo, textura, orquestación, armonía, forma, etc) es el Ritmo el que hará básicamente necesaria la aparición de un Director. (Además, un repaso por la historia de la Música en busca del surgimiento del Director nos conectará con las diferentes etapas, desde la Edad Media hasta nuestros días, desde la voz como figura central que poco a poco cederá ante los instrumentos, desde los pequeños grupos de cámara de los primeros tiempos hasta las orquestas gigantes del período Romántico...)
Para cada tipo de ritmo existe una técnica de marcación precisa. Para la marcación de ritmo libre, que se refiere al canto gregoriano -allá por la época medieval- se deberá utilizar un método llamado QUIRONIMIA, que consiste en una serie de movimientos de la mano del Director, cada uno de los cuales guiará al cantante en la interpretación de la pieza. Este método fue usado en una época en donde la tradición oral era cosa de todos los días, ya que la música se transmitía vía oral -no estando escrita ni mucho menos impresa-, y por tal, por medio de esta técnica, el Director no hacía otra cosa que recordarle a los coreutas las inflexiones de la melodía, el ritmo y las articulaciones. La música de este periodo estaba íntimamente ligada con el texto, y es sabido que uno habla y recita libremente, sin restricciones ni acartonamientos rítmicos, siendo esta música el reflejo rítmico del habla.

Ya entrando en el siglo XIV, aparece una música que si bien rítmicamente será un tanto más estricta que el canto gregoriano y no tan libre como aquél, portará sin embargo ritmos realmente muy complejos, empleando síncopas (que es la alteración de la acentuación normal), cambios de compás y ausencia de acentos regulares. Esta música, erudita y sumamente compleja, se extendió también durante todo el siglo XV, y el método de dirección aquí empleado es el llamado TACTUS: el gesto de la mano es un movimiento simple ascendente y descendente, en el mismo lugar, para de este modo marcar el pulso (constante metronómica), sin ningún intento de marcación de frases ni demás cuestiones musicales: cada una de estas indicaciones será ejecutada por cada cantante o instrumentista, aplicando lo que le toca en su propia línea, y el director se limitará solamente a marcar ese continuo ostinato que obrará como medida pareja para todos, evitando que alguien se apure o se retrase, y sobre el cual cada ejecutante desarrollará su parte individual. Cada voz es independiente de la otra, y todas juntas darán como resultado final estructuras descomunales, complejas, pero unidas por ese TACTUS base que permanece de fondo, como un soporte invisible.

En cuanto a la batuta, es imposible precisar cuándo aparece exactamente. Sin embargo, se sabe con certeza que ya en el siglo XVI existía, claro que no como la conocemos hoy, sino bajo la forma de rollo de papel, arco de violín, y hasta a veces como largos cetros, que se golpeaban contra el suelo para dar cuenta a los instrumentistas del ritmo, y poder así marchar todos juntos y a la misma velocidad. Claro, hay que tener en cuenta que durante el siglo XVI y buena parte del XVII el clavecín era el instrumento más importante y por tal, generalmente el director se situaba al clave y desde allí dirigía a la orquesta o al grupo instrumental mientras tocaba, dando "cabezazos" para marcar el tempo; pero el sonido del clave era tan suave, que era necesario alguien que diera cuenta del tempo general de manera más sonora. En el siglo XVIII, en cambio, el instrumento predominante será ahora el violín, con lo cual, la dirección se dividirá entre el clavecinista y el concertino (esto es, el primer violín). Mientras tanto, el "cetro" seguía ganando terreno, hasta que llegado el año 1850 se acorta, se suprime el irritante ruido de marcación del tempo en el suelo, se transforma en batuta, y el director como tal hace su aparición triunfante: comenzará así su etapa de gloria y será sin duda el centro de atención, el líder musical y divo total. Ya en el siglo XIX, equipado con batutas de diferentes tamaños y colores, y con autocráticos poderes de control, se transformará en la figura dominante, sobre quien recaerán ahora todas las atenciones.

De profesión Director de Orquesta: seamos sinceros, es el sueño del pibe.RosariARTE Contenidos. Fin de la nota.




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