Hace casi veinte años, en abril de 1980, organizamos la Semana Súper 8 de Rosario, una muestra de siete días que reunía la totalidad de la producción local en el pequeño formato cinematográfico, nuestra herramienta casi excluyente por ese entonces: setenta trabajos producidos a lo largo de ocho años. Un promedio aproximado de nueve títulos por año, todos ellos en "copia única", es decir originales sin copia, sometidos a los rigores de los proyectores y al riesgo eventual de una pérdida absoluta, como pasó en más de un caso. Hoy la tecnología ha abierto las posibilidades de producción y la democracia ha aportado algún que otro subsidio oficial o privado. Un repaso de la producción audiovisual rosarina de 1999 da cuenta de esa diversidad y amplitud de posibilidades, y ayuda a delinear el panorama actual de la actividad. Cortos, medios y largos, en cine de 16 y 35mm y en los múltiples formatos de video -digital o analógico- con edición lineal o no lineal, más casi todas las combinaciones posibles. Sin embargo hay algo que permanece invariable a través de las décadas y es la pasión esencial de cada realizador como motor fundamental de su tarea, el loco afán que contraponer a la indiferencia del sistema y las dificultades que se presenten.