Sueño de bicicletas que ampliaron sus recorridos. Sueño de generosidad y
trabajo como el que necesitaríamos soñar colectivamente para esfumar la
pesadilla argentina. Sueño lindo, de esperanzas, colores y texturas nuevas.
Multiplicación de creatividades para sumarse nuevamente al trabajo. Otras
bicicletas, que huyeron de la rigidez del soporte de pared y ganaron en
re-flexión. Nacieron en la puerta del Museo, entraron y salieron -como un
ritual iniciático-, proyectándose en una "carrera de bicicletas" hacia un
universo solidario, compartido, variopinto y sin discriminación. Carrera de
bicicletas que, seguramente, sumará para que su autor obtenga un boleto
para pasear por la historia.
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"No hagan bandera...". Fernando Traverso en plena acción durante la muestra en el Museo Castagnino. Mayo 2004 |
¡No hagan "bandera"!... (de cualquier modo, casi ya no haría falta...) La
obra de
Fernando Atilio Traverso no necesita mucha más prensa: pertenece a la
ciudad de Rosario y trascenderá el presente sin que, personalmente, me
quepan dudas. No se trata de hacer gala de dotes predictivas -aunque no me
molestaría poseerlas-; simplemente es que el resultado del trabajo
constante de Fernando Traverso a través del tiempo, lleva a esa "única"
forma -la bicicleta- a participar en este mundo de tantas maneras como sean
pensables.
En circunstancias de su premiación en el LVI Salón Salón Nacional de Rosario,
la "bicicleta" entró por primera vez en el
Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, para quedarse...
No obstante, la referencia
urbana continúa cada vez con más fuerza, se actualiza con cada noticia y a
partir de cada aspecto de nuestra contemporaneidad: desde sus primeras
presentaciones, donde era obvia la asociación como icono por los derechos
humanos, pasando por recuerdos de historias individuales, hasta su reválida
como medio de transporte en una crisis energética que promete recortarnos
las ganas de continuar...
Esa bidimensión penetrada en las paredes de Rosario no había dejado
indiferente a nadie... Alrededor de la convocatoria de la matriz-silueta en
puertas del museo, acudieron el niño, el anciano, el adulto, el
adolescente, el empleado, el amante de la cultura, el cartonero, el
mendigo, el colega, el estudiante, el desempleado, el millonario, el ex
clase media y el que todavía "la pelea", el profesor, el funcionario, vos y
yo. No hicieron falta palabras ni explicaciones, cada cual encontró las
suyas y este ejemplo que aúna criterios estéticos, compromiso, esperanza y
trasciende las apreciaciones de los críticos de arte para llegar al corazón
de las personas, siguió y sigue en pie, creciendo y demostrando que todavía
es posible que el arte esté del lado de la gente.
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"No hagan bandera...". Aspecto de la muestra de Fernando Traverso en el Museo Castagnino. Mayo 2004 |
Esta vez, como ya había anticipado, las bicicletas dejaron la rigidez del
cemento, a la vez que se prodigaron, bajo una nueva serie, a todos los que
expresaron su deseo aportando lienzos. No fueron iguales. No pretendieron
condiciones. No fueron regaladas: exigieron el aporte mancomunado de ideas,
de anhelos, de voluntades y de posibilidades -que seguramente trascendieron
la imaginación del autor-. Llegaron para llevar a todo aquel que adhirió a
este proyecto colectivo, casi al mismo podio, que el del autor consagrado.
Se fabricó una novedad, donde las bicicletas volvieron a dar el presente,
dejando a su vez el germen para el futuro: quizás en otro nuevo soporte,
quizás en la intangibilidad de la red; lo cierto es que, en lugar de
cerrarse un ciclo, se abre uno nuevo con vistas al futuro. Es la
certificación de que una obra de arte siempre puede volver a
resignificarse, mostrar nuevos aspectos y aún, cuando pareciera que todo
termina, volver a empezar...