Muchos pueden ser los posibles "orígenes" del Arte Musical, desde la
imitación de los gritos de animales o de los ritmos con que suelen
realizarse algunos trabajos hasta las modulaciones producidas al emitir
llamadas, entre tantas otras posibilidades... Tales sonidos, unos más
graves, otros más agudos; unos más prolongados, otros más cortos; unos más
ásperos, otros más suaves y sin batimentos, generaron, probablemente, una
primera y rudimentaria línea melódica, con un ritmo característico, y con
un color tímbrico (un sonido) que le era propio.
Pero resulta muy interesante la formulación de la hipótesis que señala
idéntico origen para la música y para el lenguaje, por supuesto que con la
correspondiente diferenciación posterior.
Esta teoría se basa en los llamados "lenguajes-sonidos" que son propios de
algunas tribus primitivas africanas, en los que el sentido de una misma
sílaba varía sensiblemente según la entonación con que se pronuncie. Estas
"palabras-sonidos" le sirven al Hombre para comunicarse, pasando la
barrera de "palabra" a "música" en la medida en que varían las diferentes
entonaciones.
Según estudios e investigaciones realizados, se ha llegado a pensar que es
muy posible que este tipo de lenguas -muy ricas en el aspecto melódico-,
hayan llegado a separar la "música" de la "palabra", reservando para las
sílabas pronunciadas el papel de comunicar el pensamiento de los hombres, y
a los sonidos entonados la función más "espiritual" y subjetiva de expresar
un sentimiento o un estado anímico.
Pues es precisamente aquí donde puede apreciarse el extraordinario valor
de la música: el de ser -ante todo- un lenguaje, un idioma posible de
aprender y practicar... Ningún lenguaje en el mundo puede vanagloriarse de ser más universal.