El público musical europeo y en América del Norte, tiene gustos muy muy
conservadores. Estan encantados con la música de épocas pasadas. Disfruta
de esta música cómo una forma de nostalgia y escapismo.
El público con ínteres en la música de nuestra época es pequeño, mucho más
pequeño que el público que quiere la música de épocas pasadas.
Creo que el rumbo de desarrollo de la música contemporánea ha contribuido a
su rechazo por el público.
Generalmente, a los músicos profesionales no les gusta la música moderna
por sus exigencias técnicas y su complejidad. El público la encuentra
difícil de comprender y no valiosa para escuchar. La mayoría de los
músicos, que son amateurs, no pueden tocarla.
Los compositores, como he dicho, escriben para los que controlan las
fuentes de sus ingresos, los académicos y los que dan comisiones. No
escriben para el público y los músicos ante todo. No conciben su papel como
un deber de comunicarse con un público. En cambio, escriben para ganar
dinero por demostraciones de su destreza técnica.
No escriben para los músicos. La presunción es que los músicos son como
máquinas, con el rol de hacer los ruidos preescritos en el momento
correcto. Los compositores, generalmente, no conciben cada obra como una
estructura que da papeles claros a cada músico.
Por estos métodos, la música actual es una expresión de una época que es:
- profundamente conservadora en su ideología y que ha apartado la vista del auto-criticismo
- que celebra la sofisticación técnica más que el contenido de algo, en definitiva, la complejidad técnica por sí misma
- trata de convertir las artes en mercancías que se pueden vender o comprar y no permite dejarlas como experiencias para compartir o actividades en que se puede participar como músico
- controlada por élites técnicas, que controlan acceso a la profesión.
Es una música para ganar dinero, no para comunicar o para interpretar el
mundo. El público no puede relacionarse con esta música sino como
consumidores.
Los compositores han caido en una trampa. Su educación y formación los
dirigen hacía la complejidad y destreza técnica. Los mercados por su
música, la demanda y los académicos que establecen las normas esperadas, se
empeñan en una música de virtuosismo y alentan a cada compositor a escribir
como un individuo aislado y único.
Resulta que los compositores han perdido la habilidad de comunicarse con un
público más amplio. Están fuera de lugar.