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Mujeres rosarinas en el Arte. María Elena Pires Gregorio

Cali Esquivel sigue con su "recorrido virtual" por mujeres rosarinas en el arte, en esta nota, María Elena Pires Gregorio.

Cali Esquivel | Lic. en Artes Visuales y Arquitecto
29-mar-2006

Hacer arte es un acto de fe; acto que, en lo visible, contiene secretos ocultos y que, entender, implica aprehender algo más de lo que puede ser captado a través de la mirada. En los últimos años, la mirada puesta en la obra de arte ha provocado en el espectador diversas andanzas y es, en la complicidad de la experiencia estética, donde se convierte en un diálogo íntimo y profundo. Singular tiempo para el goce y la reflexión.

María Elena Pires Gregorio. Obra.
María Elena Pires Gregorio expone desde 1974 y, desde entonces, sigue un recorrido divisible en tres procesos bien diferenciados. Para la etapa inicial, las formas abstractas son superficies en óleo de colores saturados; luego vendrá otro período más figurativo, donde la austeridad del color "sepias, tierras y monocromías" se opone a una mayor precisión de la forma. Los personajes fluctúan, desvalidos y solitarios, en acotados espacios expansivos. Tiempo detenido. Horizonte simulado de criaturas agobiadas, cuya existencia transcurre en esforzados escorzos y posiciones inverosímiles.

En el proceso y última etapa (2001), aparecen las series de los sellos postales. Técnica de dibujo, precisión gráfica para una temática simbolizada en un icono: manos aliadas y protagonistas de una jerarquizada composición; manos que ejecutan y producen. Estampillas que en su configuración multiplican la escala y modifican su cometido, la actualidad de diferentes países, dignificando así al trabajo y al hombre


Obra de la artista
Postal 2005 Instalación. Muestra de María Elena Pires Gregorio, realizada en la Alianza Francesa de Rosario. La propuesta artística es un viaje que va más allá de la representación lineal, estableciendo así recorridos múltiples, induciéndonos a lecturas simultáneas. Para llegar a la cita hay un rescate antropológico, mapa de ruta de variados discursos. Señales performativas del peregrinaje: tiempo presente, memoria, testimonio e historia. Cartografía evocativa que remite a períodos prehispánicos personificados en el Perú y su proyección genuina: la entrañable cultura Inca.

Un texto introductorio e inicial: "Este recorrido conduce a rescatar los valores propios de esa sociedad que representa la creación política y estatal más grandiosa de la América Indígena, una de las más notables de la humanidad, contrapuesto a la realidad latinoamericana actual" (fragmento: Pires Gregorio).

María Elena Pires Gregorio. Obra.
Como continuidad un planteo ambivalente marca el ciclo entre comienzo y cierre: repetidas cajitas, numéricamente en siete, son el soporte tridimensional de refinadas manos femeninas, expresando la gestualidad silenciosa en un alfabeto lingüístico, dictamina su alegato: trabajo. Signo que, en su recurrencia formal, construye un repertorio obligado de sentidos e intencionalidades de la artista.

Las imágenes son estampillas: difieren sus formatos, se relacionan en series de 7, 9 (agrupados en 3) y luego en 5; seguramente, una ecuación simbólica para su revelación. Las secuencias son reproducciones a lápiz y tinta (originales de Guaman Poma de Ayala, cronista gráfico de fines del S. XVI y principio de S. XVII). Los sellos postales corresponden al 4to. Centenario del calendario Inca y están escritos en quechua; todas las ideografías son remarcadas en colores homogéneos y representan la acción cotidiana del cultivo, la exaltación del trabajo y el culto al suelo. Las simbologías, que marcan un ciclo, están ahí: el sol, la luna, la lluvia, la topografía, la siembra y las tareas asignadas a cada mes del año por el pueblo Inca.

María Elena Pires Gregorio. Obra.
Una bandada de pájaros nómada, alza su vuelo en la inmensidad, entre ellos la luna y el sol. Las aves yuxtapuestas marcan la dinámica que, en su reiteración, concentran, dispersan y hasta simulan, en la elevación, diluirse en un dilatado espacio. Algunos animalitos aún no iniciaron su viaje errante y los otros, en el aleteo, parecieran conocer su destino... toda una humanidad. En lo formal es un sobre-relieve de cerámicas blancas que se fusionan con la pared. Como contraste un texto quechua transcribe: "de dentro del maizal ha cantado el pájaro".

Se concreta el ideario en el remate final, ¿o es el inicial? Coa es un instrumento de labranza, un palo puntiagudo que parece un signo de interrogación el cual se utilizaba para abrir hoyos en la tierra. Las cuatro coas están recostadas, junto a la pared, a la espera del protagonista ausente; alegoría de los tiempos actuales de las manos vacías. Están ahí, en clara dialéctica entre la tierra fértil para la siembra y el grano de maíz, vinculación amorosa que aguarda la maravilla: el brote verde.

Gozo del contemplar. Vuelo, viaje y peregrinaje. Simultaneidad, tiempo y espacio. Escenografía de esperanza que restituye valores y reivindica la dignidad y esencia del hombre. Rescate recurrente de la identidad y la cultura. RosariARTE Contenidos. Fin de la nota.





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