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Día de apertura de la muestra en salas de la CGTA. Confederación General del Trabajo de los Argentinos. 3 de noviembre de 1968.
Fuente Noemí Escandell |
La obra Tucumán Arde produjo una de las fracturas más importantes de este siglo en la producción artística argentina.
Planteada como proceso, representa el paso del experimentalismo institucionalizado en los años 60 -fundamentalmente a través del Instituto Torcuato Di Tella- a la vanguardia artística que se comprometió con problemáticas sociales.
Por cuestiones éticas los artistas se alejaron del campo museístico en un rápido proceso que los vinculó con la vanguardia política y los llevó a realizar un trabajo en el seno de la central de trabajadores argentinos. La operación -anticipadora del arte conceptual- consistió en utilizar las estrategias de los medios de comunicación para crear una contrainformación que permitiera denunciar la realidad que se vivía en una provincia argentina.
Después de Tucumán Arde, varios de los mejores artistas argentinos que participaron del proceso abandonaron la práctica artística por varios años. Durante la última dictadura militar argentina (1976-1983) la mayoría de los participantes evitaron -por cuestiones de seguridad- difundir el trabajo, pero la obra igual se siguió recreando y se constituyó en un referente -en parte mítico- imposible de ignorar.
Acciones de un proceso.
El 3 de noviembre de 1968, en el momento más duro del gobierno del presidente de facto Juan Carlos Onganía, en el local de la Confederación General del Trabajo (CGT) de los Argentinos de Rosario, a pocos metros del Comando del Ejército y de la Jefatura de Policía, un grupo de artistas exhibió material fílmico, fotografías, carteles y grabaciones de manifiesto contenido político y denuncia sobre la grave situación que se vivía en la provincia de Tucumán.
La muestra denominada Tucumán Arde fue solamente una de las acciones de un proceso que incluyó varias fases -anteriores y posteriores- en las que se desarrollaron, en colaboración con especialistas; investigaciones, relevamientos e informes sobre aspectos sociales y económicos, y acciones conceptuales enmarcadas por estrategias de los medios de comunicación.
Publicitada engañosamente en un principio como "Primera bienal de arte de vanguardia", la exposición no fue censurada en Rosario pese a las explícitas críticas al gobierno de Onganía. Pero cuando semanas más tarde se volvió a montar en la sede central de la CGT de los Argentinos de Buenos Aires, fue levantada al día siguiente de la inauguración ante la amenaza policial de clausurar el local sindical. La decisión fue tomada por los propios artistas que prefirieron no hacer correr riesgos a la entidad gremial.
Institucionalización de las denuncias
La obra fue el resultado de una producción que se desarrolló en parte paralelamente a los cuestionamientos que los propios artistas hicieron de la institucionalización de las denuncias -aún de las más duras- al "vanguardista" Instituto Di Tella. El otro eje fue la toma de conciencia de la situación económica y política argentina, signada por el gobierno militar que había implementado dos años antes, entre otras medidas, el "Operativo Tucumán" que, publicitado como la industrialización de la provincia, en realidad sólo era una pantalla para justificar el cierre de los ingenios azucareros que representaban su motor productivo.
Kennedy y los baños
Algunos meses antes de Tucumán Arde, Eduardo Ruano presentó en el Salón Ver y Estimar de Buenos Aires un retrato de John F. Kennedy, pero el día de la inauguración el artista entró munido de un hacha, en una formación, y lo destruyó. Por este motivo fue expulsado, en medio de las protestas de los artistas. Poco tiempo después la policía clausuró en el Di Tella durante las Experiencias 68, la obra de Roberto Plate que consistía en un baño público simulado cuyas paredes fueron utilizadas para escribir graffitis en contra del gobierno. Como respuesta a la acción de los uniformados, los artistas participantes sacaron sus obras a la calle y las destruyeron.
Otro hecho significativo fue el ocurrido en el Premio Braque organizado por la Embajada de Francia. Las resistidas bases del certamen (como sugerente reacción al reciente Mayo Francés) indicaban que los participantes debían adelantar los textos y fotos de las obras. También se advertía que las autoridades se reservaban el derecho de hacer cambios en las piezas a incluir.
La noche de la entrega de los premios, varios grupos irrumpieron en el Museo Nacional de Bellas Artes y arrojaron huevos a funcionarios franceses y argentinos mientras se leía un texto de protesta. Algunos de los artistas -rosarinos y porteños- terminaron en la cárcel por varios días.
Un mes antes, en Rosario, donde no se estaba al margen de los acontecimientos (había continuas reuniones con la gente de Buenos Aires), un grupo de artistas intervino una conferencia que el director del Di Tella, Jorge Romero Brest, fue invitado a dar en la tradicional institución Amigos del Arte. Luego de interrumpirlo y apagar las luces, Juan Pablo Renzi leyó un manifiesto que decía, entre otras cosas, que el arte no era una actividad pacífica ni de decoración sino un compromiso activo con la realidad "porque aspira a transformar esta sociedad de clases en una mejor".
"Mueran todas las instituciones, viva el arte de la revolución" fue el cierre del discurso-obra que marcaba una ruptura manifiesta con el Di Tella e incluyó la renuncia a los subsidios ya otorgados por el instituto a artistas rosarinos "para evitar la compra de conciencias".
El acercamiento final entre los grupos de arte de vanguardia de Rosario y Buenos Aires se concretó en la idea de realizar una obra conjunta, para esto buscaron un "tema" que se justificara y llegaron a la conclusión de la necesidad de trabajar a partir de los problemas sociales reales.
La decisión de realizar una obra sobre Tucumán estuvo relacionada con una declaración previa de la CGT de los Argentinos que en un documento había definido una serie de puntos, entre los cuales se destacaba la situación de la provincia por el cierre de los ingenios.
La CGT de los Argentinos, dirigida por el gráfico Raimundo Ongaro, era una de las dos centrales obreras que funcionaban en el país desde marzo de 1968 cuando los gremialistas unidos en una única confederación se dividieron por diferencias sobre la actitud a tomar respecto de la política oficial. Mientras Ongaro adoptó una posición combativa contra el gobierno militar y acogió a muchos intelectuales, la denominada CGT Azopardo -que nucleaba los gremios más importantes- optó por una acción colaboracionista con Onganía.
Manipulación y encubrimiento
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Noemí Escandell haciendo entrevistas a familias de obreros en los
ingenios de Tucumán. Tucumán - Octubre 1968 |
El primer paso para la realización de la obra fue la acumulación y el estudio de estadísticas y datos sobre la realidad social de la provincia de Tucumán. Alrededor del proyecto trabajaron numerosos teóricos, sociólogos, artistas, cineastas y fotógrafos, pero finalmente el grupo se conformó con Noemí Escandell, Graciela Carnevale, María Teresa Gramuglio, Martha Greiner, María de Arechavala, Estela Pomerantz, Nicolás Rosa, Aldo Bortolotti, José María Lavarello, Edmundo Giura, Rodolfo Elizalde, Jaime Rippa, Rubén Naranjo, Norberto Puzzolo, Eduardo Favario, Emilio Ghilioni, Juan Pablo Renzi, Carlos Schork, Nora de Schork, David de Nully Braun, Roberto Zara, Oscar Pidustwa, Domingo Sapia, Raúl Pérez Cantón y Sara López Dupuy de Rosario, Graciela Bortchwick y Jorge Cohen de Santa Fe, y León Ferrari, Roberto Jacoby y Beatriz Balbé de Buenos Aires.
Analizada la información existente, un grupo de artistas de Rosario viajó a Tucumán para recopilar datos en el lugar y hacer contactos. Posteriormente otro más numeroso -a los efectos de confrontar y verificar la realidad de la provincia- recaló allí con dos vías de trabajo. Por un lado hicieron una conferencia de prensa en el Museo de Bellas Artes, a la que asistieron numerosos medios, artistas y funcionarios, donde se anunció la preparación de un trabajo artístico -en sentido tradicional-. La finalidad fue encubrir los móviles de denuncia política de la obra, facilitar la tarea y evitar la represión del otro grupo que se abocó a realizar las entrevistas, grabaciones y filmaciones. El objetivo de los que hicieron el trabajo de campo fue relevar las paupérrimas condiciones de vida de los obreros de los ingenios azucareros.
La actividad de estos artistas fue comunicada permanentemente mediante una falsa información hasta que recién el último día se explicitó el verdadero sentido de la obra. Durante una nueva conferencia de prensa se procedió a "denunciar la profundas contradicciones originadas por el sistema económico-político basado en el hambre y la desocupación, y en la creación de una falsa y gratuita superestructura cultural". Entre las denuncias, marcaron la contradicción entre las condiciones de vida de los trabajadores de uno de los principales ingenios y la actitud de su dueño de realizar un concurso de pintura que había sido saludado con loas por artistas y funcionarios tucumanos.
Esta chica tiene azúcar
Una semana antes de partir a Tucumán, en Rosario -mientras los medios oficiales seguían mostrando una publicidad en la que aparecía una hermosa joven morena con el epígrafe "Esta chica tiene azúcar", en alusión a la pequeña provincia argentina- se inició otro "Operativo Tucumán". Los artistas, para crear una intriga "copiando" la acción publicitaria de los medios, pegaron afiches en carteleras oficiales pagas y paredes que decían únicamente "Tucumán" y simultáneamente en funciones de cine se proyectaron diapositivas con la misma palabra.
Luego, mientras se desarrollaba el trabajo en esa provincia, se inició la campaña clandestina "Tucumán Arde". Se pintaron fachadas y tapiales de Rosario y se pegaron miles de obleas en lugares públicos con esa única inscripción. También se pintaron y arrojaron volantes, y días antes de inaugurarse la muestra en Rosario se mostraron en forma "oficial" afiches anunciando, con cierta ironía, la "Primera bienal de arte de vanguardia".
Los testimonios filmados y grabados, sumados a centenares de fotografías, que se enviaban diariamente desde Tucumán, permitieron que al regreso del grupo, todo estuviera listo para presentar el material. Sin embargo, la conmoción de lo vivido los llevó a plantearse la opción entre montar el material o hacer un acto político. Finalmente se decidió hacer la muestra. Los artistas fueron sorprendidos en Tucumán por una realidad que superaba lo que habían supuesto, pero tuvieron la necesidad de mostrarla.
En la CGT
El 3 de noviembre se inauguró la exposición bajo el doble título "Primera bienal de arte de vanguardia" y "Tucumán arde". Se exhibieron fotografías, diapositivas, cortometrajes, los parlantes propalaron grabaciones con los testimonios de los trabajadores, se expusieron noticias relacionadas con los cierres de los ingenios, y se entregaron copias al público. Para ingresar había que pisar los nombres de todos los dueños de los ingenios, y cada 30 segundos se apagaban las luces haciendo una alusión directa a que en Tucumán en ese mismo momento se moría alguien de hambre. Simbólicamente, se servía café sin azúcar.
"La propuesta -explicaron a través de un manifiesto- es realizar un arte total, transformador y social, a partir de proponer el hecho estético como núcleo donde se integran y unifican todos los elementos que conforman la realidad humana, que destruye la separación idealista entre la obra y el mundo, y se integra a las fuerzas revolucionarias que combaten las formas de la dependencia económica y clasista".
La obra fue definida por ellos mismos como "la creación de un circuito sobreinformacional para evidenciar la solapada deformación de los hechos producidos en Tucumán, sufrida a través de los medios de información y difusión que detentan el poder oficial y la clase burguesa", y tenía la intención básica de "promover un proceso desalienante de la imagen de la realidad tucumana elaborada por lo medios de comunicación de masas".
La acción iba a tener su culminación en una etapa ulterior al provocar una información de tercer grado recogida y formalizada en una publicación donde se constatarían todos los procesos de concepción y realización de la obra.
La rápida clausura, la intención de difundir la obra y la falta de un proyecto común para continuar el proceso hicieron que la mayor parte del material se diseminara por todo el mundo. Por estos motivos en la actualidad existen muy pocos registros sobre Tucumán Arde.
El resto y el mito
Lo que los artistas no previeron es que el mismo proceso de realización de la obra los llevaría a un replanteo sobre qué hacer después de Tucumán. Todos, significativamente, dejaron de producir artísticamente por años y rompieron con las instituciones tradicionales para dedicarse a actividades "afines" _en general políticas_ no oficiales.
Los participantes consideraron antiético retomar prácticas como la pintura, pero se convencieron rápidamente de que no tenía sentido reeditar una experiencia como Tucumán Arde.
Si bien, el hablar de los medios y en ellos, tenía como previsión la posibilidad de que la obra se extendiera en el tiempo, no pudieron imaginar la gran difusión y proyección. Tucumán Arde no dejó nunca de recrearse, incluso hasta adquirió ciertas formas míticas, y los medios, y "la memoria colectiva" la siguieron produciendo.
Algunos, conscientes hoy de lo ocurrido y teniendo en cuenta cierta inmaterialidad de la obra, reconocen que lo importante no es lo que se mostró -algo que seguramente sería superado por los actuales medios tecnológicos- sino el mismo proceso, que incluyó la modificación de sus consciencias y la asunción de que Tucumán era mucho peor de lo que imaginaban. Una verdadera obra, pero siniestra.