En 1950, luego de extinguirse el Grupo de Artistas
Independientes, se creó el Grupo Litoral por iniciativa de
Leónidas Gambartes,
Francisco García Carrera (1914-1976), Garrone,
Juan Grela,
Gutiérrez Almada,
Oscar Herrero Miranda (1918-1968),
Minturn Zerva
(1896-1964),
Alberto Pedrotti (1898-1980),
Hugo Ottmann
(1920-1998),
Carlos Uriarte (1910-1995) y Warecki, a los que más
tarde se agregaron
Pedro Giacaglia (1922-1997) y
Froilán
Ludueña (1913-1959).
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Grupo Litoral. Algunos de sus integrantes. Gambartes (a la derecha), junto a tres de los integrantes
del Grupo Litoral: Juan Grela G., Oscar Herrero Miranda
y Hugo León Ottman. Rosario, 1957. |
La propuesta del grupo, que fue el primero de Rosario en
obtener resonancia nacional, fue comprometerse con el hombre
contemporáneo y las nuevas realidades, a partir de las vivencias del
lugar. Si bien su programa manifestaba explícitamente la necesidad de
utilizar ciertos lenguajes universales, nació -según ha confesado
Grela- más propiamente como consecuencia de una oposición de los
artistas al peronismo. "Sin mecenas -según decía-, aprendimos a
ser pintores durante la época de la masificación de los discursos
para el pueblo". Esto explica la convivencia de Grela y Uriarte, quienes
años después convirtieron sus diferencias en una rivalidad puesta
de manifiesto a través de las distintas formaciones y críticas que
se recibían en el taller particular de uno y en la cátedra del
otro.
Responsables de la renovación estética de
Rosario y de convocar a un público indiferente hasta ese momento, el
grupo tuvo influencia en todo el país. En su manifiesto aclaraban que no
propiciaban escuela ni eran catequistas de ningún ismo. "Sólo
-decían- condenamos el sentido académico y las fórmulas
convencionales, en cuanto consideramos que ellas coartan la libertad del hombre
para expresar las revelaciones de su nuevo espíritu con un nuevo
lenguaje. La libertad, dentro de un rigorismo de oficio a cuya plenitud ansiamos
llegar, es fundamental para el logro de los fines estéticos que esta
generación reclama. Estamos aprendiendo a usar conscientemente esa
libertad. Estamos practicando la técnica que nos llevará a su
más pura y noble expresión. Estamos al servicio del hombre de hoy
y de su nuevo espíritu".
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El Dios del Maíz. Leónidas Gambartes.
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El compromiso con el lugar y el origen se expresó en
las imágenes de la vida y los paisajes del Litoral, que se sumaron a
visiones americanistas realizadas con cuidadas técnicas. Los pigmentos
ocres y azules, que predominan en sus obras, dieron un color
característico a sus pinturas. Uriarte buscó nuevas
síntesis a partir del cubismo, el fauvismo y la pintura
metafísica, hasta llegar a la abstracción en los 60, al
representar la desolación. Gambartes, comprometido con lo americano,
buceó en los orígenes del hombre de esta tierra y sus mitos a
través de una técnica particular (cromo al yeso), y Grela
cruzó las vivencias cotidianas con lenguajes universales. Marcado por el
realismo y lo americano, aparece en su obra una convergencia donde
también está presente el universalismo constructivo de Torres
García. Herrero Miranda, en cambio, fue el más experimentador del
grupo y el más permeable a los movimientos que se iban conociendo. Su
eclecticismo también hizo escuela.
La formación de talleres rivales comprometidos con las
distintas estéticas van cerrando una etapa desde mediados de los 50
"el grupo Litoral se disuelve en 1958- que concluye cuando diferentes
grupos de jóvenes se relacionan y pasan en un rápido proceso del
arte experimental a la vanguardia. Al iniciarse los 60, el grupo más
importante era el Taller compuesto por
María Reyes Amestoy, Lía
Martha Baumann, Osvaldo Boglione,
Mele Bruniard,
Marta
Gaspar,
José María Lavarello,
Jorge Martínez
Ramseyer,
Rubén Naranjo,
Jaime Rippa y
Andrés
Eduardo Serón, que proclamaban solamente una unidad de trabajo ya que
adherían a diferentes corrientes modernas. Pero también por la
época empezaron a desarrollar sus actividades algunos alumnos del taller
de Grela:
Juan Pablo Renzi,
Aldo Bortolotti,
Eduardo
Favario,
Carlos Gatti,
Norberto Puzzolo,
Emilio Ghilioni
y
Rodolfo Elizalde, y de otros talleres de estudiantes de la
Universidad:
Graciela Carnevale,
Noemí Escandell,
Fernández Bonina,
Guillermo Tottis y
Ana María
Giménez.
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El General Mambrú. Juan Pablo Renzi.
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La mayor información sobre lo que pasaba en el mundo,
la permeabilidad cultural, la creación de instituciones como el Di
Tella, que promovieron la producción contemporánea sobre todo en
Buenos Aires, y el estado ebullición que se vivía tuvieron su
correlato en Rosario.
El movimiento que duró unos pocos años "y
reunió a muchos de los integrantes de grupos y talleres- se inició
con la ruptura con la tradición a través de la
experimentación. Los protagonistas transitaron aceleradamente del
expresionismo abstracto y el informalismo, a la no figuración, el pop, el
arte de acción, los happenings y las estructuras primarias. El proceso
revela la convergencia en un grupo que en rápida transformación y
ruptura con las instituciones y el medio artístico "la pintura
tradicional fue calificada de mermelada y se procuró la
desmuseificación de la experiencia estética-, pasó de los
cuestionamientos estéticos a acentuar las críticas a través
de producciones contestatarias y alternativas que proponían una ruptura
con fundamentos de orden social y político.
El grupo se relacionó rápidamente con la
vanguardia de Buenos Aires, iniciando acciones comunes que culminaron con la
obra "
Tucumán Arde". El 3 de noviembre en el local de la CGT
de los Argentinos de Rosario, que dirigía el combativo Raimundo Ongaro a
nivel nacional, se inauguró la exposición también bajo el
engañoso título "Primera Bienal de Arte de
Vanguardia”, allí se exhibieron fotografías, diapositivas y
cortometrajes que revelaban la crítica situación tucumana,
mientras que por los parlantes se escuchaban grabaciones con los testimonios de
los trabajadores y se exponían noticias relacionadas con los cierres de
los ingenios
La obra sobreinformacional, que puede ser considerada la
primera conceptual, trabajaron numerosos teóricos, sociólogos,
artistas, cineastas y fotógrafos, pero finalmente el manifiesto fue
firmado por Noemí Escandell, Graciela Carnevale, María Teresa
Gramuglio, Martha Greiner, María de Arechavala, Estela Pomerants,
Nicolás Rosa, Aldo Bortolotti, José Lavarello, Edmundo Giura,
Rodolfo Elizalde, Jaime Rippa, Rubén Naranjo, Norberto Puzzolo, Eduardo
Favario, Emilio Ghilioni, Juan Pablo Renzi, Carlos Schork, Nora de Schork, David
de Nully Braun, Roberto Zara, Oscar Bidustwa, Raúl Cantón y Sara
Dupuy de Rosario, Graciela Bortchwick, Jorge Cohen y Jorge Conti de Santa Fe, y
León Ferrari, Roberto Jacoby y Beatriz Balbé de Buenos
Aires.
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Eduardo Favario en Tucumán Arde. Rosario, 1968. |
La obra expresó en definitiva el paso de las
indagaciones formales a los contenidos, pero la acción terminó
también marcando la culminación de un proceso, ya que los artistas
dejaron de producir, y en su mayoría pasaron a realizar actividades
directamente relacionadas con la política.
Como consecuencia, el vacío que se abrió a
partir de los 70, sólo fue cubierto por los "viejos
maestros”, la aparición de algunos pocos nuevos artistas y el
paulatino retorno a la producción de los integrantes de la vanguardia. En
un período confuso conviven el escultor de arte sacro
Eduardo
Barnes (1901-1977) con el serigrafista innovador
Pedro Sinopoli y el
dibujante
Julián Usandizaga. Las cuestiones estéticas
"salvo pocas excepciones- vuelven a aparecer en el centro de las
problemáticas o recubren otros intereses a través de las obras de
artistas de muy diferentes extracciones como
María Suardi,
Gregorio Zeballos,
Julio Rayón,
Rubén Porta,
Rubén de la Colina,
Liliana Gastón,
María
Elvira Pantarotto,
Arminda Ulloa,
Perla Prats,
Luis
Rivas,
Miguel Ballesteros,
Manuel Martinez,
Ana
María Beltrame, Osvaldo Traficante Clelia Barroso,
Marcelo
Castaño,
Graciela Ceconi, Fernando Ercila,
Guillermo
Forchino,
Rodolfo Perassi,
Aldo Ciccione,
Marcelo
Villafañe,
Eulalia Gentile Munich,
Rubén Echagüe,
Emilio Torti, Gladys Nistor,
Fabián
Marcaccio, Mauro Machado y
los agrupados en torno a Jorge
Orta.